martes, 29 de junio de 2010
Barcos, motores y remos
Volvimos a navegar. Otra forma de viajar. Volvimos a cabrearnos. Otra forma de no llegar a viejo. La culpa la tiene el viento. La falta de viento. El exceso de viento. El viento que siempre sopla del lado opuesto. La dictadura del viento.
Aunque en la teoría se trate de la avería del motor fuera borda.
Les cuento. Hace cinco años, navegando por la ría de Pontevedra, Galiza, paraíso de los paraísos, cambien el viejo e infalible Suzuki por un Mariner de 6 caballos. Comprado en el puerto de Marín a un tipo que dijo hacerme un precio excelente.
Mas rápido. Mas potencia. Mejor navegar con mar bravo. Más silencioso. Menos consumo. Fue un error. No. Todo esto era cierto. Aquel tipo no nos robo. Vendía los motores más baratos de la vuelta. Seguro. Solo se le olvido decir: más frágil, mas averías, reparaciones más caras. Solo se nos olvido recordar que el viejo Suzuki de dos tiempos nos llevo por la mitad de los mares que navegamos sin dejarnos jamás en la estacada.
Mi apreciado y caro Mariner nadie sabe arreglarlo. He recorrido varios talleres de los que salgo sin que me den un diagnostico. Un tratamiento. Solo me ofrecen facturas. Como un médico privado.
Me acaba de volver a dejar tirado cuando salía del puerto de Brouwers con un viento no recomendable. Viramos en redondo y volvimos a cruzar la esclusa mientras daba los últimos estertores. Habíamos pagado tres días antes 135 euros por cambiarle la bomba del agua. Algo más le hicieron. Ahora escupe gasolina por el carburador que nada tenía.
Maravilloso. Nos hemos agenciado temporalmente un Mercury de procedencia desconocida, caballaje oscuro, color variable. Es un remiendo. La tapa del motor no es original. ¿Estás seguro que es un Mercury?
No importa. Como los perros de palleiro, brama, colea, se mueve, y nos lleva de aquí para allá mientras que el señorito Mariner está en la mesa de operaciones. Ya se lo hemos comunicado: O se pone bueno o se le entierra vivo. Ya hemos mirado el precio de un Suzuki. Solo para irnos informando.
Mientras tanto teorizamos. Todo es exceso de lujo burgués. En mi pueblo, antes, íbamos al boga boga marinheiro. ¿Pero quien se quiere joder las manos y la espalda? Eso: inventamos el motor para derrotar a la dictadura del viento. Y de paso sucumbir a la dictadura de los carburadores. Siempre para atrás como los cangrejos. ¿O era leninismo? Un paso adelante, dos pasos atrás
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