miércoles, 4 de agosto de 2010

Aeropuerto de Bruselas


Volví a casa. Volando. Sentado al lado de la ventanilla del avión. Lo que detesto. Esta vez no había asientos libres al pasillo. Decía el tipo del mostrador. Vete tú a saber.
Para compensar me dedique a contemplar el paisaje. Allá lejos. A tus pies. Intentando adivinar la geografía. Arte complicado. A no ser que llegues a Ámsterdam y te veas los canales holandeses. Bruselas, mi destino esta vez, era harina de otro cantar. Imposible de saber donde comienza. Si contemple la costa gallega, el paso por el Cantábrico. Entrar por algún punto de la costa bretona (¿). ¿Quién sabe?
Llegamos a Bruselas. Un cómodo aeropuerto europeo. De tamaño aceptable. Donde hay de todo. Desde donde se puede ir a todos los sitios. Volvimos a casa. A una de nuestras múltiples casas. Lo conocido. Donde nos encontramos, eso, como en casa

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