lunes, 6 de diciembre de 2010
Preparando el barco para invernar
Ya han caído las primeras nieves paralizando el país donde duermo. Son las costumbres de cada invierno. Saludadas con placer por la prensa infame que a falta de algo serio que contar -no vaya a ser que el capital se cabree- se dedican al sensacionalismo de anunciar la nevada perfecta que por suerte no llega.
Rápidamente vamos preparando el invierno. Desde pequeñeces como asegurarse que todas las bicicletas llevan luces para hacerte visible en la noche pronta, hasta vaciar el barco para acurrucarlo en el hangar donde se proteja de fríos y lluvias.
La casa se convierte en un caos de miles de objetos que hay que limpiar y ordenar antes de guardarlos.
Controlar amarras una a una. ¿Están bien? ¿Hay que renovarlas? ¿Tienen moho en algún lugar? ¿El salitre asesino empieza a oxidar el metal? ¿Qué tornillos hay que cambiar? ¿Funciona todavía esa pasador? ¿Merece la pena lavar la bandera o compramos patrióticamente otra nueva? Esos remos hay que barnizarlos. ¿Hay que cambiar las bengalas de salvamento? ¿Los cartuchos de los chalecos salvavidas ya están caducados? No encuentro las gafas de sol. ¿Para que lleváis tanto vino en el barco si luego no lo bebéis? ¿Todavía resisten las baterías de las luces un año más? ¿Hay que barnizar la botavara? Tira ese cojín que ya se ha muerto…
Así vamos paso a paso seleccionando, limpiando, guardando, haciendo listas de compras…llenando la casa de caos hasta que todo de vuelta en su sitio, volviendo a soñar con nuevas navegaciones en el 2011... De momento, a contemplar la nieve.
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