sábado, 1 de enero de 2011
Soltar amarras
Partimos. Con dos horas de retraso programado. Como siempre. ¿Ha conseguido usted partir alguna vez a tiempo? Yo jamás desde que viajo con donas y señoritos. Las primera no lo hacen por joder. Son así. A última hora todavía se les ocurre algo por hacer o no saben donde esta ese superfluo pero necesario objeto que transportar. No tiene solución. Esta científicamente demostrado. Tómeselo con calma. Agárrese un buen libro y saboree un café. Apremiarlas solo lleva a que le salga la ulcera. Ellas estresadas no lo harán más rápido.
Lo que de los señoritos es calamitoso. Mucho más grave. Es la ausencia de su madre que lo solucionaba todo. En realidad quisieran adjuntarla al equipaje, pero no es plan. Como no pueden, ni lo uno ni lo otro, siempre les falta algo que al contrario de ellas, ni lo encuentran ni lo llevan. Tome nota.
Soltamos las amarras para meternos en la niebla que se volvió negra. Difícil a veces de encontrar el camino donde ya todo por definición es gris. Hasta la nieve apareció de nuevo, y calabobos, esa lluvia asesina de almas.
Llegaremos. Seguro. Algún día
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