domingo, 4 de septiembre de 2011

Cap Ferret


Hace más de veinte años que pase por allí. He vuelto. Jodidos vamos de memoria. Si la refrescara no habría perdido el tiempo.
Visto en el mapa tiene que ser por fuerza un lugar paradisiaco. Lengua de arena que cierra el Bassin d'Arcachon, frente a las olas del atlántico. Allí, protegiendo la Duna de Pyla y las ostras por las que se pirra la Castellana.
Veinte años atrás, la memoria se refresca, recorrimos la carretera que entre los pinos va bordeando las hermosas playas de arena limpia en caravana dominguera. Era tarde y no había donde aparcar. De aquella los ayuntamientos franceses iniciaban la lucha contra los campers, instalando barras en todo lugar donde era posible aparcar. Fracasaron en la lucha y perdieron la guerra. Agotamos la paciencia y hechas las fotos de rigor volvimos a Arcachon con la promesa de regresar a aquellas arenas ideales para el camping salvaje.
Ocupados en otros destinos hemos tardado en volver. La carretera no ha cambiado. Sigue serpenteando la costa. Entre pinos. Entre las miles de casas que los burgueses de Burdeos han levantados. Los campers han sido substituidos por miles de ciclistas que sin luces se desplazan a la noche salvaje de alcohol, a mares, y sexo, ya querríais. Agudiza la vista para no llevarse por delante a alguna de esas ninfas que pedalean las ganas en la noche. Siempre llegando en la noche.
Derrotados tras cruzar la meseta castellana y trescientos km gabachos con aire sahariano, decidimos buscar donde dormir cerca del faro. De súbito, tras una rotonda, apareció la luz roja en la noche. Parados a hacer la foto de rigor, cabreamos a los marulos empalmados. -C’est la merde! -Bien sur! Que esperen que a eso hemos venido. Más cerca se ve hermoso. Aunque no es un faro de altura. Parece más bien un remiendo de postal para turistas.
Allí no hay sitio para dormir. Demasiadas villas y dachas de pudientes aburguesados. Encontramos cobijo al lado del camping municipal. Entre colegas camperizados. No crea, la noche se prestaba al buen dormir. Solo echamos de menos una buena cerveza fría y las ostras. Para la primera hay que llegar antes. Para las segundas no ir en el verano. En cualquier caso háganme caso. Si va a Cap Ferret, donde no se le ha perdido nada, hágalo al comienzo de la noche, cuando prende la luz el faro.

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