viernes, 21 de octubre de 2011
Tarde de hoteles
Patear la ciudad moderna resulta agotador. No solo para los pies. El alma, vista la miseria humana, también se resiente. Por eso adoro los hoteles cómodos en los que uno, de vez en cuando, puedes refugiarte. Hotel cómodo no es sinónimo de lujoso. Un hotel cómodo tiene ventana la calle, sin ruidos, dispone de baño, nevera, enchufes variados, wifi gratuito. No mas. El resto me lo organizo yo. La literatura que me llevo. El periódico que me compro. La tableta para escribir o lo que sea. El vino que me bebo. La libreta de dibujos…
Pones los pies al aire. Le das sorbos al vaso. Lees lo que quieras. O te dejas llevar por la modorra de la tarde.
Todo ello compatible con el sexo lento, el polvo apasionado, el ejercicio de doma, el orgasmo deseado. Para lo ultimo solo se necesita ninfa/o. Y eso no lo pone jamás el hotel. Hay que llevarlo o cazarlo.
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