jueves, 1 de marzo de 2012

De Wengen a Mürren


Despertar todas las mañanas de pronto, frente a la mole del Schilthorn solo invita a subirlo. No se resistirá. 2970 metros de altitud. Con restaurante incluido al final del teleférico, que estos suizos son muy suyos. Nos pusimos a preparar la ruta.


Jamás llegamos. Quedo en la agenda para la próxima vez o la otra, que nunca se sabe. Mirando la carta nos fijamos en otro lugar: Mürren. Pueblo bajo. Solo a 1650 metros de altitud. Cuenta el ruge ruge que no solo es hermoso. Allí deberías de estar, siempre ir. ¿Sera uno de esos secretos guardados por los montañeros que solo descubres cuando lo pisas? Allí nos fuimos.


Tomamos el tren de cremallera de Wengen a Lauterbrunnen. Esa catraca amarilla que te lleva a ritmo de lentísimo entre paisajes mermeladas hasta llegar a donde el mundo aparca sus vehículos. Atravesando la carretera te das de bruces con la estación del teleférico Lauterbrunnen-Mürren, que en realidad te sube disparado a Grutschalp. Estación de tren romántica. Con unas catracas marrones viejísimas, que a 25 km por hora te lleva a Mürren. Visto la cosa decidimos ir a pie. Cópienos, no sea imbécil. No es por el ahorro, que también podrá invertirlo bebiendo buen vino en Murren, aunque no lo crea.









El andar, el paisaje es sublime. Vea, vea. ¿Ya se le ha subido la tasa de mermelada sanguínea? Pues eso. A chupar millas, ya vera como la ligera pendiente no le sube la arterial y la barriga le baja. Fue el mejor paseo de la semana. Al que contribuye la hermosura de Mürren. Pero eso, mañana.

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