¿Sabe lo que es? Yo antes no. Ahora si, aunque tampoco.
Le cuento: Me fui con hijo numero uno a celebrar que ya es adulto, aunque siga
chupando del bote. Vista la neurosis familiar por el mar, acabamos en el
acuario de Oosterschelde. Uno de esos sitios a los que no se va si no pasas de
casualidad por allí. Aunque los viajeros en los Países Bajos deberían de
visitar las esclusas que allí hay. Con marea y si puede – ya sé que no le
gusta- temporal. El espectáculo de las olas es para filmarlo y usarlo como
terapia en las largas noches de invierno.
Íbamos por el acuario. Una cosa modosa. Bien puesta. Con
buenos ejemplares de peces. Buen gusto. Poca gente. Allí estaba esta “cosa”. ¿Una
planta? ¿Alga extraña? ¿Plástico? Pues nada de nada. Leemos: huevas de
caballito de mar. Y me quede extasiado. ¿Qué me atrae? Que un animal tan hermoso como pequeño sea
capaz de hacer filigranas perfectas. Se lo enseñé un día. ¡Caballón de mar!
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