domingo, 23 de agosto de 2015

Islandia



Viaje hasta la arenas danesas donde subi en un barco que me llevo dando tumbos hasta las costas islandesas. Lo de los tumbos no es metáfora. Eso que el mundo llaman Atlántico y los mareantes  la Mar de Fora saco musculo. Olvidan que siempre fue el Océano con mayúsculas.


Ir a Islandia es una idea imbécil. No se apure, se lo explicare otro día. Llegar es sublime. Se acumula tanta hermosura en tan poco tiempo que uno se olvida del resto y, enajenado, vuelve a saber porque fue.

Ir se va en peregrinación. Como  a todas las mecas. Islandia se ha convertido en lugar de culto de la progresía europea, los bien pagados yanquis, los chinos que lo miran todo, los japoneses que van a donde va Vicente, rusos ya no hay...

Islandia es una iglesia cara. ¡Carísima!. Esta usted avisado. Le faltara dinero, mucho. Tiempo, mas. Sera robado con gusto. Gastara todas las tarjetas que a llevado haciendo la misma foto. Siempre distinta.  Si le da la inteligencia comprenderá que dura era la vida y a veces sigue siendo.

El espacio es inmenso. Que no lo engañe la cartografía. Hacer cien kilómetros exige dos horas. A veces mas. Alguna vez menos. Por el camino ira parando sin pensarlo. Por lo que llegara tarde o no llegara a donde había pensado. ¡Hay tanto que ver! Ponga tratamiento si lo suyo es la programación. O se perderá casi todas las maravillas.

Su cuerpo sufrirá si no va preparado. Allí no hay verano ni invierno. Hay, todo junto, todas las estaciones y alguna mas dentro de las 24 horas de un día. Le aconsejo que se documente detalladamente antes de partir.

Se lo iré contando. Sin literatura.




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