Los antiguos bunkers
alemanes se han reconvertido en lugar de esparcimiento. Las casamatas de la
guerra fueron sepultadas bajos los lodos que retiraron haciendo el túnel de la
Mancha. Un acto practico como expresión política y poética.
A Cap Gris se va a
dos cosas. Contemplar el faro y comer. Lo del faro es, literalmente, contemplación.
Los fareros franceses, muy suyos, no gustan de turistas. Alli además hay un
puesto de regulación del trafico del canal y esos se visten de uniforme
militar, que en Francia es vestirse de rígido.
Mas abajo, en la
playa, se encuentra el restaurante "La Sirene" specialites
poissons & fruits du mer. Conocido en toda la Mancha. Alli van en peregrinación
a comer buey, centolla, langostinos y todo lo que se les ponga por delante los
hambrientos del continente y Britania. De barato. Como gallego de patria le diré
que si es por sabor deberá usted cambiar de rumbo y tirarse a Centoleira de
Beluso, provincia de Pontevedra. Como simulacro no esta mal. Le aconsejo el salmón
crudo con salsa de langostinos. De postre pida queso. No se arrepentirá.
Para bajar el
bandullo, si la suerte le acompaña y no es pleamar, puede ir andando por la
arena hasta Wissant. El espectáculo de los extraños pesqueros de la Mancha que
son botados y retirados desde modernos tractores le llevara a ala conclusión de
que mientras que en el sur todavía usan tiro de vacas, aquello, el norte, su
pesca también ha industrializado. ¿Progreso? Usted dirá. Menos poético, mas
eficaz, mucho mas llevadero para los campesinos mareantes.
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