Venia en el mapa. Lo que viene en le mapa
hay o hubo alguna vez que verlo. Aunque ahora que los mapas sucumben al
tomtomismo no se debe fiar uno mucho de ellos. Pero alli siempre hubo algo. Y
hubo. Hasta la señora doña Juana de Arco, mito francés, anduvo por estas
tierras dando lanzas.
Nosotros íbamos a lo nuestro: ver pájaros.
Que vimos. Vimos algunas cosas mas. En los meses de verano debe ser visitado
por cientos de familias con hijos que buscan un lugar de veraneo tranquilo,
pagable y de mar seguro. Dispone de todo tipo de facilidades de los lugares de
veraneo. Alli la marea sube y baja sin espavientos. Son los grandes arenales
que el mar del Norte te regala cada 4 horas para dejarte extasiar por la luz
que alguna vez también enamoro a los impresionistas.
Siguen conservando el encanto de la
tradición francesa. Ese arte de ir renovando la vida sin que deje de parecer
vieja. Lo aprovechan este invierno los pensionistas de aquellos pagos para
subir la glucemia en los buenos restaurantes de la playa que siguen ofreciendo
las delicias y pescados del mar a precios normales. Estaban abarrotados. Lo que
no significa que no lo traten con rapidez y esmero de la Europa eficaz.
Por el resto, la nada. Eso si, el eterno
garaje francés que lo arregla todo. Envidia, ¿eh? Lo del garaje.
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