Aquí. Porto de Ares, Galiza, sitio distinto. Volví. Como todas las aves que vuelven siempre al paraíso, donde se sale.
El mar esta como siempre. El resto no. Llego la pandilla de los listos del ladrillo y lo escarallaron. El pueblo.
Dejo de ser hermoso mucho antes. Cuando los alcaldes del general permitieron elevar pisos de mal gusto en el frente de la playa. Imitados al momento por los locales calle adentro; educados en la estética bochornosa de El Ferrol. El. Que es otro que Ferrol. O de sempre.
¿La diferencia? En El, hasta los comunistas se disfrazan de almirantes de marina.
Si llega por allí no deje de sentarse en O Gaiteiro a contemplar el mar. Tómese unas tapas de altura en La casa del pescador. Pero ya lo sabe: ‘En Ares non te pares….”
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