Lo leí cuando viajábamos en el tranvía hacia la torre de Belen: Quien tiene alma de marino llega más lejos. Era un anuncio para reclutar personal para la marina portuguesa. Todo un manifiesto. Aunque dicen mis colegas que a veces es mejor no llegar. Yo mantengo que lo peor es llegar, ya que se acaba. Como Machado mantengo que el camino se hace al andar. Pero esto son mensajes filosóficos para pasar la tarde a lo Pessoa en una Lisboa lluviosa.
Aunque si lo duda, aquí a veces también sale el sol y pueden verse arco iris hermosos.
Los cafés lisboetas dan para otras masturbaciones mentales. Esta: donde hay bancos, hay dinero. Donde hay dinero hay mujeres hermosas. Donde hay mujeres hermosas hay tiendas por doquier. ¿Lo duda? Busque un oculista.
En los cafés lisboetas también puedes encontrarte con tipos que ya no se estilan en otros lugares europeos. Algunos parece intelectuales, pero eso ya no se lleva. Este, por ejemplo, vende gafas chinas con la etiqueta de Armani. Hay que reconocerlo, vamos desmejorando con el paso del tiempo
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