domingo, 10 de mayo de 2009

En Venecia, como en Compostela, la lluvia es arte


Acusen me de exagerado. Lo que usted quiera. Pero cada vez que he venido aquí el cielo se convirtió en la catarata universal. Castigo del dios inexistente para pecadores militantes. Tengo la furgoneta en un charco de agua de la que difícil será salir. Disculpa buena para quedarse hasta que seque. Sigue lloviendo a mares y seguimos haciendo kilómetros de iglesia en iglesia. De bar en bar. De café en café.

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