miércoles, 10 de febrero de 2010

El bello durmiente


Allí esta. Allí sigue. Empaquetado. A cubierto de las nieves y la lluvia. En el frio hangar del invierno. No está solo. Rodeado de colegas espera a que vuelva el sol.
Los fines de semana es acompañado por los manitas que van a trabajar en su barco. Escaparse de la mujer. Son todos hombres en edad de no aguantar a la maruja que se han agenciado.
Trabajan a ritmo de esclavo. Poco. No vaya a ser que se acabe la tarea y tengan que volver pronto a distraer a la parienta.
Marcan los ritmos con las ingesta planificada de abundantes tazas de café.
Así pasaran el invierno. Ellos y sus barcos. A la espera de un tiempo mejor. Del sol que les caliente el cerebro y les permita volver a barnizar el barco. Fuera. De momento, el cielo sigue vomitando nieve

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