martes, 27 de abril de 2010
Botadura
Ya está. Meciéndose en el agua del mar. Chupando salitre pegajoso. Poniéndose moreno aunque el sol sale poco. En el puerto de Brouwers. Sitio de Zelanda para los versados en geografía.
Allí donde el mar del norte se hace un poco transparente entre arenas que no van ni viene por mor del dique que evita que miles de humanos vuelvan a sucumbir bajo las aguas. Temporalmente. Todo marinero sabe que el mar se marea pero no se domina.
Salimos pronto del hangar de Wal donde durmió el invierno. Chupamos legalmente autopista y carretera donde el radar de la pasma acecha.
Llegamos a un muelle vacio donde los machos apuran las horas de asueto en sacarle brillo a la niña de sus ojos. No está la economía como para darle trabajo a las marinas cuatreras. Ellas, mientras tanto, entretienen a los churumbeles o hacen de intelectual con el libro que quedo a medio leer el verano pasado.
El motor enciende a la tercera, lo que se aplaude. La maniobra sale como debe, el pueblo se vuelve aplaudir. Desde hoy, curamos definitivamente la neurosis de invierno. Ya tenemos otra vez la carabela para surcar "po-los mares enchegando as prais e areias do mais ala.
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