lunes, 26 de abril de 2010

Adiós Maastricht

Después de dejarnos pasear por la Barbi, si, la misma, la de plástico, en su cabrío de puta de lujo. De admirar algún que otro postizo que se llama arte. (Les informo que ahora lo que priva es llenar viejas iglesias, escuelas, clausuras y demás anejos de canóniga con algún aluminio de la modernidad). Pasearnos con nocturnidad por la beira del rio tras haber desayunado en el mismo sitio bajo el sol que no se atreve del todo a calentar. Atizarnos con nuevos mejunjes de los monjes que no se si dan tranquilidad pero seguro si reseca... Volvimos a casa.
A lo nuestro. Lo de todos los días. Lo que ayer echábamos de menos. Todo. Excepto trabajar.





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