domingo, 5 de diciembre de 2010
Lecciones sobre el paro de los controladores aéreos para viajeros
Hoy no toca hablar de política. Hoy si toca hablar de antropología, política. Y de viajes.
Para antropólogos es la reacción en la red a la expropiación por una minoría de la ilusión de una mayoría de sentirse cuatro días libres.
La izquierda romántica no defiende a los controladores pero tal vez si ya que no hay que pasarse y militarizarlos es dictatorial. La izquierda patética tampoco defiende a los controladores pero se cabrea ya que el pueblo pasa de tomar el palacio de invierno y apoyar huelgas varias y, pendejos, solo sueñan con irse de vacaciones. La izquierda liberal, explica con detalle que militarizar a esos desaprensivos funcionarios de hacerlo, hacerlo bien, aunque dure una eternidad. La izquierda obrera pide fusilamientos y despidos demostrando que su grado de educación es inferior al cabro acumulado.
La derechona se calla no vaya a ser que la culpa les caiga encima. La derecha de toda la vida aplaude de boquilla al gobierno. Las madres de derecha aplauden al gobierno ya que lo que el pueblo necesita es un líder con cojones
El resto, no sabe/ no contesta, se queda en casa o se va de viaje a la vuelta de la esquina ya que, repito, la cascada del rio Belelle es impresionante y gratis.
Para los viajeros tirados, la recomendación numero uno del mismo: si quieres llegar lejos hazlo por tus propios medios. La vida, cuando te frustra, es cuando te haces dependientes del prójimo. No combatiré la evidencia de que para ir a Cancún de vacaciones de una semana no hay más que subirse a un avión. Si discutiré la idea de que hay que ir a atizarse de mojitos a un hotel de Cancún antes de haberse mojado los pinreles en la cascada del rio Belelle.
Al final, para todos, recordarles que la cosa es tan vieja como el año 1968. Cuando Sartre y Camus discutían sobre ética, estética, manos sucias. Camus era un romántico y se murió sin el aplauso de la mayoría. Sartre se llevo el aplauso y la gloria, ya que había devorado `las contradicciones en el seno del pueblo` del gran timonel.
Vamos, que sin mancharse las manos no se llega a ningún sitio, románticos
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