miércoles, 1 de diciembre de 2010

Paris 15 Volveré


Je arrive!. Es la expresión francesa más importante que hay que aprender. Puede decirse en cualquier situación. Incluso cuando se huye hacia el lado opuesto. La aprendimos de un camarero parisino que cada vez que lo llamabas para pedirle algo desaparecía con la misma rapidez que aseguraba llegar. Era en los tiempos proletarios en los que el ala de pollo nos sabia a gloria mientras que las devorábamos por los bares de estudiantes de St. Michelle. En los tiempos en que allí había estudiantes y no turistas.
Desde aquella volvimos muchas veces. Hoy, de vuelta a la dacha nórdica donde hace frio, clamamos solemnemente que volveremos otra y muchas veces. Mientras el cuerpo resista.
A patear por esas calles donde todo es parecido pero nada es igual. Ese centro de la Europa que todavía no ha sucumbido moralmente a la globalización del mal gusto y el pelotazo. También puede ir a ver monumentos y museos. Si quiere. Pero le aseguro que la vida está en las rues, en los cafés, en el monsieurmadam…

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