domingo, 28 de agosto de 2011

La búsqueda del paraíso


He bajado a la patria. La infancia. El lugar de las fotos hermosas. La última frontera de la Europa atlántica. El comienzo del mundo. La esquina donde todos desaguan…
El año pasado por estas épocas prometí no volver a hacerlo. Allí no había nada que buscar. Habían enloquecido completamente aquellos boina portantes.
Rompí la promesa. Sera la atracción por la patria. O la infancia. O el territorio primario ya que hace años que ha dejado de ser básico, cotidiano. No debí de hacerlo ya que además de mojar los pinreles, comer a conciencia, beber lo que se puede, contemplar el océano, las ninfas del océano, leer 21 libros, y aguantar a la prole, mas no había. O si había lo he olvidado. Los cabreos que uno se coge leyendo las imbecilidades que hacen las tribus de los preas. No les voy a hablar de 33 porteros para 3 puertas, ni de bomberos que jamás usaron una manguera, 1400, ni centros comerciales para diez millones en el país de los dos y medio…no, eso no es importante. Importante es, oiga, que se han vuelto creyentes. De repente creen todos en el becerro de oro. No hombre, al tipo ese de Roma que jalearon en los mandriles en mis tierras ni puto caso. Me refiero a la idea fija de que en las próximas elecciones, votando al mudo nadie sabe lo que piensa, nos vamos a volver pudientes. Se acabaron los problemas. El mudo y su banda, repite la idea que ha calado. Volveremos a ser lo que nunca fuimos, ricos. Es maravilloso.
Hay más maravillas de conversiones. Ahora descubren, ahora, que las diputaciones solo sirven para cobrar, que tres aeropuertos, cuatro universidades, diez periódicos, ningún tren… es demasiado. ¿Y de quien es la culpa? No de ellos que lo pidieron como locos, si no del imbécil que agotado de poner pegas dijo si.
Vamos, que para volver debo antes de convertirme en turista, no leer periódicos ni ver televisiones, disfrutar del paisaje y, a mejores, hablar cualquier idioma foráneo. No, no crea que no voy entrenando. De momento ya he renunciado a renovar el d.n.i. Otra: puedes pedir cita. Para estar en la cola todo un día. ¡País de preas! La foto eso sí, preciosa ¿no?

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