viernes, 25 de noviembre de 2011

La mujer que me quiere

De vez en cuando toca hacer balance. Parar un momento para pensar a donde vas. Si te dejan. A veces no te dejan. Otros u otras cosas hacen balance por ti. Lo ultimo es cosa mala. Malísima cuando te mandan al medico. El que dice que si o que no. Si sabe. El pueblo cree a pies juntillas en el saber medico. Sera por la angustia de que te den el pasaporte. Racional no es. Los médicos saben poco. Muy poco. La medicina tecnológica menos. No desconfió de ellos. Se lo cuento ya que lo veo todos los días desde dentro. Pertenezco a la tribu.
Hacer balance es necesario. Ves lo que tienes. A donde has ido. Con quien has viajado. Quien se ha quedado en el camino. Con quien te has vuelto a encontrar en aquella curva, en aquel lance. Valoras el valor real de las adquisiciones. Si debes seguir con aquello o deshacerte de la cosa lo mas pronto posible. ¿Por qué jamás he ido a Tombuctú cuando se podía? ¿Si siempre quise y pude tener un Land Rover por que no lo compre? ¿Voy a seguir navegando? ¿Cuánto tiempo me queda para ello? ¿Debería deshacerme del barco? ¿O convertirlo en nave vikinga para que me entierren en el? Déjate de imbecilidades y a la realidad. ¿Qué hacer con la magnifica colección de diapositivas que almacenas?. ¿Dejamos que las descubra la posterioridad o las publicas ya? ¿Vendemos la literatura hoy o nunca? ¿Todas aquellas publicaciones que el mundo lee y usa online cuando dejamos de emitirlas? ¿Cerramos el quiosco o seguimos la senda del gallego malo será?
De momento no ha sido malo. Mas bien aceptable. En realidad excelente. Seguimos.
De lo otro, el balance, hoy no toca. Lo único que hasta hora sigue en la mente es pensar que la hembra aquella, la de hace 26 y tantos años, sigue estando tan inmensa como el sol. Al fin y al cabo lo único importante. Todo hay que mentarlo. Sin balance

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