domingo, 26 de febrero de 2012
Suiza
Aprovechando que el pueblo se tiro al carnaval, esa semana de sublimacion de la cotidianeidad, que al menos por los pagos en los que duermo se ha transformado en una excusa para tocarle el culo a las vecinas e ingerir litros y litros de apestosa cerveza rubia para no tener que repetirse que han votado una vez mas a los que los sodomizan mental y economicamente, me he ido a Suiza. Ese hermoso pais de miserables que viven de la leche de sus vacas y los expolios del capital mundial. Lo otro, lo de las fabricas que entre Basilea y Zurich tienen no es mas que para disimular. No se confundan. Que el tiempo de los boticarios ya paso a mejor historia, compradas las farmaceuticas por los americanos. Del chocolate, ya saben, poco se vive, y Nescafe hoy en dia solo beben los latinos que siempre llegan tarde a las fiestas.
Que son unos aburridos miserables no les quita el merito de haber organizado la cosa con perfeccion calvinista. En la estacion de tren mas perdida encontrara un water para minusvalidos en perfecto estado de uso y limpieza. En el medio del camino nevado no podra perderse ya que la señalizacion le dira que no es por alli. Hara cola para todo. No se excite. Se resuelve con pasmosa eficacia. No les pida que manifiesten muchas emociones públicas. Los buenos vinos se compran para beberse en casa. Todo privado. Lo público, el uso colectivo de las escobas para barrer la nieve esta reglamentado por el consenso local: todo para fuera debe ser armonioso. Odian al extranjero trabajador. Evitan que el emigrante se integre. Viven del extranjero turista. Siguen con el sueño de pertenecer puros. Un pueblo que es un conglomerado de grupos que se unieron para que no los destrozara el vecino. ¿La identidad? La misma que la de los gallegos: el culto a la vaca rubia y el mito de la madre tierra. Esa cerda que devora a sus hijos, en palabras de James Joyce describiendo a otra puta: su madrepatria Irlanda
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