lunes, 12 de marzo de 2012

De Kleine Scheidegg a Wengen y viceversa en blanco y negro


He bajado el camino de Kleine Scheidegg a Wegen varias veces estos días. Algunos lo suben. Pocos. Viejos todos. Hembras, la mayoría. Me encontré todos los días con un tipo de verde y gafas de roquero que resoplando llegaba a la estación de tren y sin inmutarse se daba la vuelta y emprendía el camino de regreso. Puta envidia. Los dos comportamos los resoplidos. El de subida, yo de bajada.
Pierden ellos. Vivimos en democracia y la mayoría de los andantes bajamos. No será muy deportivo. Es síntoma de inteligencia. Nos une las ganas de seguir viviendo. No optamos por el infarto fácil. De bajada, además, contemplas con reposo.
La primera parte del camino, de Kleine Scheidegg al hotel de Wengernalp, el camino es compartido por andantes, esquiadores, trineos. Todos en fiesta popular nos tiramos por la ancha pendiente. Sospecho que en verano por allí discurre una carretera. Se le adivinan las curvas bien peraltadas. En invierno la nieve lo cubre todo. Tanto que se agradecen los palos de señalización de la pista para no hundirse hasta las partes.
De llegada a Wengeralp los caminos se bifurcan. Los esquiadores optan por las anchas pistas. El resto nos encerramos en el hermoso camino entre los árboles. Le aconsejo que declare agotamiento súbito y total, y se siente en la excelente terraza del hotel antes de seguir bajando. Como ya le he explicado en estas página no sé si es verdad que los camaradas Marx y Engels anduvieron por allí, pero la vista frente al Eiger es para no olvidarla. El café excelente, los quesos con vino mejor. Les recomiendo los días malos, con niebla y fresco. El hielo terrorífico brilla con su azul asesino como nunca. Lo que no se ve y engaña bajo el sol.
Repuesto y reconfortado puede retomar el camino. No tiene perdida y llegara siempre a Wengen. Cansado eso sí, ya que andar en la nieve no es fácil y las empinadas cuestas, heladas, invitan a caerse. Calma, atención y musculatura hay que emplearlas. Que la hermosura jamás es gratis

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