domingo, 18 de marzo de 2012

Penitencias marítimas


Salió el sol. Como siempre se equivocaron los del meteo. Da gusta oír que llueve una vez más en la capital. Aprovechamos el fin de semana y la sequía local para cumplir penitencia avant la semana santa. La única forma posible de navegar.
Los mesetarios siguen creyendo en dios y la lotería. Los barcos navegan solos y los pinta la mano mágica. Mal les va y les ira creyendo en los mitos. A los barcos los pintas sus propietarios en el 90% de los casos. Están los pudientes, los fabricantes de mitos. Que lo hacen de encargo. Hasta que se hunden en la abundancia degenerativa.
Los barcos de poliéster también se pintan. Qué remedio. Las partes delicadas, los fondos. Con una pintura asquerosa. Dañina para todo ser viviente. Es de lo que se trata: evitar que crezcan algas. Pues ni con esas. Todos los años, a la entrada del otoño, arrancamos kilos de mejillones que se han colgado para que los llevaras de paseo. Es la metáfora de la superioridad humana: por mucho que te empeñes siempre serás derrotado por un ser inferior: son más.
Así nos arrodillamos hoy. A golpe de rodillo hicimos musculo y penitencia. Seguiremos la próxima semana. Sacándole brillo al poliéster. Luego volverá al mar de Greveling, solicitandole a la salud nos deje navegar. Mientras los mesetarios votaran otra vez para que los sodomicen. Ya ven ustedes, la cantidad de masa que andando no hace más que estar de rodillas. Por eso optamos por la penitencia marina: libres como el océano sin cancelas.

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