Les cuento. Baje este verano baje a Vila Podre, ex ciudad
donde nací. La familia y tal. O dia da patria. El mar Ártabro. Las olas del Mar de Fora. La pasión
por el surf. Que quiere que le cuente.
Tuve que ir al banco ese. Como ciudadano de a pie,
acostumbrado a las reglas racionalistas del país donde vives, te pones en la
cola. De repente llega un tipo apurado. Se dirige al publico diciendo, solo
tengo una pregunta. Saluda a Pepe, el empleado que nos atiende. Es ayudado. Se va.
La cola progresa lentamente. Entra una vieja de bastón y paso ligero. Nos mira con desdeño. Susurra: solo un minuto; y tras ser saludada efusivamente por don Pepe resuelve sus asuntos.
La cola progresa lentamente. Entra una vieja de bastón y paso ligero. Nos mira con desdeño. Susurra: solo un minuto; y tras ser saludada efusivamente por don Pepe resuelve sus asuntos.
Seguimos en la cola. Pepe despacha a uno, a dos, queda
menos. Entra una rubia de bote y mas bisutería en pescuezo que Tobaris. Nos
saluda a todos con la mano. Oubea, un momentito. ¡Hola Pepe, un minuto! Faltaría
mas, el señor Pepe, educado, atiende a la señorita de falda ajustada.
Lentamente seguimos avanzando. Quedan dos. Llevo aquí tres
cuartos de hora. Entran dos jóvenes, que preguntan quien es el último. Entra
una joven. Aumenta la cola. Entra un descamisado de gafas de sol y moreno de
mangante. Es que tengo el coche mal aparcado, Pepe mira un momentito…
No le dio tiempo a más. Aterrorizando por mi aullido modelo
celta salido quedo petrificado. A Pepe se le cayeron los papeles de la mano. ¿Pero
que pandilla de energúmenos viven en este país? Usted aparca el coche donde
pueda y se pone a la cola. Y usted
mentecato, cumpla con su obligación y atienda correctamente a los que le
pagamos: Los que aquí estamos. Los usuarios del banco.
La aparición inmediata del apoderado evito que hubiera
sangre como mi cuerpo demandaba. En la vida me atendieron tan rápido
Pues no oiga. Que aquí no acaba la historia. Cuando llego
a la casa de mi madre despotricando contra esta sociedad de conseguidores que
venden como favor lo que es su trabajo, fui golpeado en el alma: ¿Pero rapaz,
porque no me dijiste que ibas a la Caixa, si yo también conozco a Pepe?
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