Andaba buscando un puente para cruzar el Sena entre el
ruido de los turistas y la jungla de los coches cuando al otro lado de la calle
la vi.
Una ninfa tocando el violín en una galería de arte
parisina. En tarde de sábado. El público sentado en el suelo parecía disfrutar
de la música. De las explicaciones de la artista. Cada pintura presentada a
golpe de pieza. Para disfrute del oído, la vista, el alma.
Ya ve, a esto se dedican algunos de los jóvenes parisinos
en las tardes del sábado. ¿Hay quien de más? Sin vino ni estrellas. Cultura. A secas
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