Cuando a falta de otra cosa que hacer leíamos a Gramsci,
aprendimos que los patrones ideológicos de la clase dominante se expanden a través
de la cultura. La adquisición de esos patrones por el pueblo votante impiden que las
transformaciones necesarias se lleven a cabo ya que la norma, el paradigma,
dice que moverse lleva a la nada. Para cambiar algo, cualquier movimiento social, tendría que tener la
hegemonía cultural para poder modificar los comportamientos sociales.
Es de un elemental atroz, pero se tardo muchos siglos en
encontrar a un tipo, italiano, enfermo, y para jodienda de muchos comunista, que
describiera el fenómeno. Hoy se estudia en todas las universidades.
¿Quiénes son los altavoces culturales? Esos tipos, mayoría,
y algunas hembras, anécdota, que se tildan como intelectuales. Aunque casi
ninguno lo son. Los hubo en los siglos pasados, pero hoy, a golpe de subvención
se han muerto. Al menos si entendemos por intelectual lo que dice el
diccionario: el que se dedica al estudio y la reflexión crítica sobre la
realidad.
Esta casta de privilegiados ha sido sustituida por un enjambre
de moscas que aplaudidos según de donde venga el viento por los poderes económicos,
son lanzados a abanear banderas y estandartes del pensamiento correcto, el de
no cambiar nada del sistema aunque este se esté hundiendo.
Últimamente salen hasta debajo de las piedras. Empiezan por Galiza Ceive reivindicado la estupidez ególatra del señorito, y ayer se han colado en la hoja parroquial del Cebrian reivindicando la España federal. Ni mas ni menos que esa. La que no existe. Ni de momento va a existir. La que cuando sus amigos estaban en el poder ni se molestaron en organizar. Ni a propagarla. Ni anuncio que le hicieron. Ya saben, de esos de mucha loa a Santa Bárbara cuando truena.
Últimamente salen hasta debajo de las piedras. Empiezan por Galiza Ceive reivindicado la estupidez ególatra del señorito, y ayer se han colado en la hoja parroquial del Cebrian reivindicando la España federal. Ni mas ni menos que esa. La que no existe. Ni de momento va a existir. La que cuando sus amigos estaban en el poder ni se molestaron en organizar. Ni a propagarla. Ni anuncio que le hicieron. Ya saben, de esos de mucha loa a Santa Bárbara cuando truena.
Si usted es inteligente estará pensando que son una colección
de oportunistas. Razón lleva. Se venden ya que si no firman no les publican, no
hacen caja, no hay flores ni fiestas minervales. Son las putas lumpen proletarias
del poder.
Lo que mas me maravilla es cuantos son. Como se venden.
Hay gente que todavía se piensa que porque triunfes en la farándula eres
intelectual. Casi todos creen que por haber llegado a catedrático eres un
genio, sin saber que además de hacer muchas genuflexiones y escribir algunas
hojas, lo que mas que hay que tener son buenos padrinos.
Por si acaso les repito aquello que se ha convertido en
el motor de la existencia de los hombre y mujeres de la Europa
libre: Si no quiere convertirse en subnormal levante su propia bandera, la
suya, diseño único; y acompáñela si quiere con la de la infancia. Lo otro son
las banderas de los interesados en su bolsillo. Esencial para navegar por el mundo y la vida
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