Hoy toca hablar
de sexo. De sexo y viajes. De sexo y política. De la política del sexo. Del
sexo de la navidad. De la navidad sin, eso.
No es necesidad.
Es la pura y simple observación de lo circundante. Abres las páginas de Liberation,
apalancado en un camping de La Rochelle, delante del mar y el esplendor del rojerío
gabacho, y te explican con todo lujo de detalles que esto de los sex-shops, los
sex-partys, el vicio depravado, los juegos del más y más, llámele como quiera,
ya lo practicaban con ardor los antepasados. Esos a los que la modernidad se empeñan
en llamarle primitivos, por mucho que hoy ya sepamos que la edad media, por
ejemplo, más que obscura era desmadrada y liberal.
Abres las páginas
digitales de las voces de su amo y te enteras que el pueblo es sodomizado
salvajemente por el capital bajo la cuerda de los políticos a los que con pasión
masoquista han votado.
O no votado; lo más
grave. Solo ciudadanos estúpidos se atizan en masoquismo penitente con el
flagelo de no usar su derecho al voto; luego van y conforme la modernidad leen
las sombras del pornomama.
¿Más sexo? Pues
nada, que ahora que estamos la navidad aumentas las ventas de lencería roja que
excepto a las morenas a muerte les queda a todas fatal. Todavía no se han
enterado que el color de siempre fue el rojo burdeos hasta que la mercadotécnica
yanqui le aplico el rojo hortera que lucía mejor en las primeras películas en color de Kodak. Tuvo que venir Fuji con su Velvia para explicarlo. Sí, claro,
fotografiar también es sexo.
Sigues leyendo y
mirando, y te enteras que en la época total del despelote el mundo ya no se
excita con ver los tobillos de la Encarna. Pero sigue estando igual de mal
follado que siempre. La culpa no es de ellos ni ellas. La culpa es de no
enterarse que los buenos polvos son los de sin prisa y con todo el tiempo. Son
los polvos que van en crescendo entre el juego y el deseo, hasta expandir la
violencia del asalto final. Incluso cuando este es sorprendente: léala y
disfrute ahora que entre enchenta y enchenta no tiene nada que hacer. Es lo
mejor que se ha escrito el último año y perdónele las faltas de ortografía: las
reinas no usan correctores de idioma, ¡faltaría más!
Esta el sexo de los
viajes, que puede ser cutre o divino. Hay quien viaja para buscar más sexo.
Incluso literario. Yo les recomendaría llegarse a Lausana y aquí, eso. No me
diga que no tiene euros para comprar tamañas joyas que con la mitad de lo que
lleva despilfarrado estos días ya le daba para media biblioteca.
¿Vamos tomando
calorcillo? Pues nada, bébase un buen Amandi en copa grande y entre cosa y cosa
recuerde lo que enseñaban los devanceiros primitivos o no: en navidad (mas)
sexo
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