Aprovechando que en la cabaña esta donde hoy duermo hay
internet me he puesto a leer entradas antiguas de la canallesca ibérica. ¡Cuánto
descerebrado escribe en ese país suyo!
No se trata de ser de derechas o de enfrente. Liberal o progresista.
Se trata de algo mucho más simple: ¡mentir sin mover un pelo! Mantener
falsedades manifiestas como verdades. Usar el ombligo como centro de visión del
universo. Exigir que lo de su pueblo es lo de siempre. Afirmar que si no se
hace lo que te enseñó tu abuela eres un inútil. Reafirmarse en lo anterior sin
una cita, un estudio, una consistencia mínima….
Pues ya lo saben, que hoy a ninguno de ustedes los reyes
esos de oriente les han traído algo está más que demostrado. Me lo conto hace
muchos años mi señor padre, delante de la antigua juguetería de Ali en la rúa
Galiano de Ferrol. Cuando me explicaba un tanto nervioso lo que ya sabíamos por
las hermanas: mira rapaz, os reyes son os país.
Pues eso, que usted juegue el juego, no es más que eso: Juego. Que posiblemente ira desapareciendo como en la mayoría de Europa. No por
el acoso del imperialismo yanqui ni la perfidia de los grandes almacenes. Mucho
más prosaico: el 6 de enero es la fecha más cabrona para regalar algo a un niño
que mañana volverá a chupar horas de colegio. Los padres modernos comenzaron a
dar la mitad de los juguetes por navidad “que así tenían tiempo para jugar” y
de paso no maltratarse teniendo que aguantar a la prole desocupada en casa. Le siguieron
los adultos. Y vamos aumentando.
Si usted viaja, vera que en todos los países el
utilitarismo se impone. Los holandeses que inventaron el San Nicolás y el Papa
Noel, van abandonando los grandes regalos del 5 de diciembre para convertirlo
en una noche familiar de carácter simbólico. La navidad, que no la noche buena,
es lo que celebran los europeos.
Leo también en la pijeria madrileña que los padres de la
patria se sulfuran contra el Apalpador de mi tribu – al que ya lo acusan de pedófilo-
y demás versiones. Deberían leer ¡oiga! Aunque solo fuera para no decir
pijadas. En el actual ciclo de carboneros, barbudos, regaladores, todos los pueblos
mantienen la tradición europea, vieja, pero reciente. San Nicolás, obispo por
las actuales tierras turcas, tuvo gran veneración en la Europa central. Fue
exportado por los holandeses que colonizaron Manhattan, esa parroquia de Nueva
York. Su gran éxito fue el impulso que le dieron otros emigrantes europeos,
como la colonia germánica, que les traía recuerdos de sus tierras. Fue
americanizado y re-exportado a Europa donde hoy, en múltiples versiones, en
todos los países, arrasa.
¿Nuevo? Viejísimo. ¿Por el consumismo? ¡No de la lata! El
culto del regalo es algo que aparece en todas las culturas, en todos los
tiempos, con todos los barnices que quiera. Los da usted, con su cartera. A no ser de
que su inteligencia flaquee, solo el sueño infantil, que dura poco, muy poco en
estos tiempos, cree que el regalo viene de un rey, de unos reyes, de un santo.
No hace falta ser republicano para entender que los
carboneros de las muchas tierras que aparecen los 25 de diciembres venden una
cultura más hermosa que el regalo del poderoso de plástico. ¿Sabe la historia
del Apalpador galaico? ¿Ese reinvento del viejo de barbas loiras que palpa la
barriga de los niños para saber si esta alimentados y regala castañas a los mal
nutridos? Imbatible en estos tiempos. Pero aunque no les guste saberlo y menos
leerlo, la navidad, los reyes, ¿cómo no?, también es ideología.
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