La cara norte del Eiger, el ogro en castellano, lleva
unas 66 vidas conocidas en su haber. En este artículo de Wikipedia le cuentan
la historia con bastante dramatismo.
Lo que durante muchos años fue una gesta heroica, que
llevaba tres días en darte los laureles o los cipreses, se ha convertido hoy en
día en una exageración de algo menos de tres horas. La discusión está servida.
Vea este corto en YouTube y entenderá lo que le digo.
Que opte por una u
otra forma dependerá de su tasa de romanticismo. Frente al esfuerzo colectivo,
el uso de los tiempos, la búsqueda de los mitos, está la aplicación militante
de las técnicas modernas de alpinismo, el individualismo atroz, la competición como
bandera, el corre tu que otro me lo saca.
Vivimos en una época narcisista. No ha hay duda. Pero el
rechazo de la técnica es un sin sentido. Los Ford T se quedaba en las cuestas por muchos 15.000.000 que se hayan fabricado,
los Hispano- Suiza eran supremos pero dejaron de fabricarse por impagables. Ya
nadie se monta en un Land Rover por rodar por esas pistas de dios. Tenemos
otros vehículos. Tenemos otros instrumentos. Eso sin manifestar que tanto unos
como otros, no lo dude, tenían toneladas de coraje.
Mientras que discute con que opción le gusta más como
bandera personal, le dejo las fotos que he tirado esta mañana después de haber
subido de un tirón a Kleine Scheidegg.
A 2061 metros de altitud miras al pico que va y viene entres
las nubes, esa masa colosal de 3970 metros de altura, esa pared cortante de
piedra caliza que se va cayendo poco a poco. Eso, la miras.
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