martes, 12 de febrero de 2013

Los azulejos de la postmodernidad

 
Está en una de las 9 calles del Jordaan. A mano izquierda viniendo del centro. No se ve si va de prisa. Que para los faltos de tiempo no hay ojos que se premien. No se sabe si fue pre o post. Es la entrada de una casa. Es la entrada de un café para modernos, post, turistas, locales, ginebreros, damas de placer. Estaba cuando llegaron. Los azulejos. El café.
Allí están. Azulejos que no vienen del sur. Por mucho que se empeñen los más. Muchos son productos de la tierra. El azul holandés de Delft. Muchos más provienen de Polonia y países de la estepa. De despistado le colgaron alguna geometría portuguesa. Dicen. Lo que discuten a muerte.
Forman un mosaico discontinuo. Allí donde se discute si hay que identificarse para fumar un porro o en democracia fumas y no más. No tercie en la discusión y siga contemplando los azulejos. Si tuene suerte y se atiza de Jenever, tradúzcalo como ginebra pero no lo confunda, acabara haciendo arabesco con las filigranas de cartabón.
Luego dicen que en Ámsterdam no hay que ver. Gratis. Algo único en el norte.

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