domingo, 24 de marzo de 2013

El puerto viejo de Zierikzee


Volví antes de que la gripe me dejara tirado. Allí ya poco queda. Fue puerto dominante de Zelandia. Tierras de reformados ricos, explotadores de subhumanos, negreros que se forraron transportando morenos cazados por los árabes en el golfo de Guinea. Es lo que unía a calvinistas y musulmanes: no todo ser bípedo era humano. Poco han avanzado desde entonces. Ambos grupos de mentecatos sostienen todavía que si no eres de su corriente no eres nada.

Camino de la nada van en Zierikzee. La modernidad los dejo de lado. El agua se los llevo ya que tenían los pies firmes en arenales. Poco afianzamiento. De financias dejaron de saber cuándo tuvieron que cambiar el ganado bípedo por las ovejas de los escoceses. Hoy la lana barata llega de Australia por el puerto de Rotterdam, siempre abierto, siempre con suficiente calado.

Intentaron vivir del mejillón, las ostras y las langostas. Las ostras no saben a nada, los hundió la competencia con el francés de Arcachon. Se fueron a Galiza Ceive a copiar el modelo de los galaicos, olvidándose lo esencial: las rías. Hoy el mejillón ya no lo quieren ni los belgas que buscan lo barato. Lo dan regalado en los supermercados holandeses, pero ni al público propio, poco dado a los productos de la mar, motivan. Lo de las langostas no paso de sueño de noche de invierno. Le pusieron el precio a nivel de, olvidándose que con el mismo sabor, ninguno, se las ponía en la tienda a mitad de precio el canadiense de San Juan.

Hoy están con el siguiente invento: llenar el puerto viejo, vacío, de carcasas flotantes de viejos veleros para reconvertirlo en museo marítimo. Todavía no han encontrado el modo de motivar a los alemanes del Ruhr que viajan regularmente a la costa holandesa a mojar los pinreles. El museo está permanentemente vacío.

Pues nada, entre tanta miseria pensara usted que todo es depresivo. De eso nada. El turismo tranquilo de los holandeses llena las plazas y calles de un pueblo que aunque reliquia sigue siendo hermoso. Quizás por eso. Por allí, a desmano, nadie va. Aunque tenga cerca las mejores playas del Mar del Norte, el último paraíso salvaje del delta del Rin, el mar de Grevelingen.

No hay comentarios: