Se lo cantaba a la ninfa de las piernas de gacela. Allá.
Hace montón de lunas. En los canales de Utrecht. Cuando traíamos todo y nada.
Desde una rosa hecha de servilleta de papel como nos enseno Luis en las rúas de
Compostela, hasta una bicicleta expropiada y necesaria que sin dinero también hay lo del prójimo.
Las hay más civilizados. Algunas incluso hermosas. Como
el muro que se han organizado para los pudientes a la entrada del TEFAF en
Maastricht. ¡Fíjese bien en la foto! En el tamaño de las flores. Todo un círculo
de capullos de rosa rosa rosae rosa. Nada de plástico ni imitación que valga.
Rosa pura. Para declararle amor a la amada.
Cuando va y le suelta a otra hembra que contemplaba los
capullos: ¡son de verdad pero huelen a perfume artificial! Y marcharon prestas dándole
la espalda al pontifical muro.
¡Fíjese bien cuando les traiga rosas!
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