Los monumentos son como la política. El pueblo contempla
el envoltorio pero a penas percibe lo que ocurre en el interior. Mucho envase,
poca substancia. Posiblemente tenga que ver con las prisas de la modernidad. Ya
no hay tiempo para mirar. Menos para viajar. Solo hay que leer los miles de
blogs que se acumulan en la red donde turistas intrépidos colección destinos a
golpe de mapa. Han estado en todos los lugares, no han visto nada.
La catedral de Colonia da para más de un día. Como a los grandes
edificios se le pueden ver sus submundos. No hay más que sentarse y contemplar.
Mirar el discurrir del día. Sus compatriotas los turistas ofrecen espectáculo,
pero el más divertido es el que nos representan los vividores del edificio. ¿O
usted es de los que piensa que solo en Compostela se mete la mano al peto de
las ánimas?
He estado pocas horas, pero puedo escribirles un libro.
El monaguillo mayor lleva pendiente de pirata en medio de la campiña. Tiene
pinta de haberse confundido de destino. Quedaría mejor de portero de un tugurio
de rock, pero pide para la santa. El otro, el ninfo que lo sucede, es manifiestamente
el favorito de la curia. Siempre pederastas estos tipos.
¿Sabe usted por qué siempre, en cualquier lugar, la
catedral está consagrada a una virgen pero el populacho incordiante se empeña
en rezarle a otra? Aquí también. ¡Mírela! Y si duda de la tesis, vaya a dar una
vuelta por Compostela, para comprobar que a los locales el apóstol solo les da
euros. El resto se mete en la capilla de A Corticela y reza con pasión a una
virgen tan fea como eficiente; incluidos estudiantes racionalistas en apuros.
Sigamos en Alemania: toda iglesia de pro tiene que tener
reliquiario. Algo en lo que descreer. Lo bomba es cuando se puede seguir
vendiendo al pueblo más allá de la existencias. Como ya todos llevan la sabana
de cristo colgada y no hay que exagerar en los metros, aquí te fotografían el cajón
de los reyes magos y te lo venden en bola de resina pulida. Es más ecológico y
mata menos que llevarse el granito de la catedral a golpes de martillo. Pero
para eso hay que ser, evidente, alemán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario