Pateando por Europa todavía es posible alimentarse sin
que te arruinen. Al menos en los países serios. Con una barra y camembert del
bueno me he alimentado muchos años. Puede tirarse al plato del día y pensar que
es sabroso. Cualquier francés que se precie le ha puesto una cucharada de crema
fresca a la sopa. Incluso por nada le dan un trozo de pescado bien cocinado,
que los mares aunque menos siguen dando.
Los nórdicos y escandinavos por nada no dan nada. O lleva
bolsa o da el hambre. Por lo que los holandeses le cobran por un bocadillo se
da una cena opípara en la tortillería de su pueblo; un ejemplo
En Alemania tienen otro estilo. Lo suyo es lo bestia.
Carne de lo que sea, patata y legumbres. De esas que le segregan el ácido gástrico
ulceroso. Pero carne al fin y al cabo, que hay que matar el hambre pasada
aunque usted este rebosante.
En cualquier cervecería alemana podrá usted alimentarse
por módico precio. Le pondrán una cerveza que no es de elixir, y coma.
Bebiendo. Si se descuida lo habrán emborrachado al segundo bocado. Cada vaso vacío
se cambia a ritmo vertiginoso. Llámele eficacia alemana. Yo le llamo la máquina
de vender. Beber. Consumir.
Las cervecerías alemanas están cortadas por un patrón fijo.
Se anuncian como antiguas. Algunas lo son. Todas en el decorado. Las de verdad producían
en su tiempo la cerveza que venden. Hoy son casa de comidas. Si en la guía dice
que está a rebosar suele ser cierto. Van los locales. Ofrecen carne buena y
ambiente inmejorable. Estos inventos no están hechos para el turismo.
Entre y espere a
que haya un sitio libre. No busque la mesa. Siéntase y pida. Lo que ve es lo
que hay. Silla libre comida que se da. Hermandad obrera unos junto a otros. La conversación
del vecino no es interesante. Se trata de saber de qué animal procede este
codillo. Si, de cerdo, ya se sabe. ¿Seguro?¿Usted se lo cree por 12 euros
alemanes cerveza inclusive?
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