lunes, 23 de diciembre de 2013

Fribourg de Suiza


 

¿Usted ha estado alguna vez en Friburgo? ¿Tiene la más ligera idea por dónde está? Yo no. Tenia. Lo encontré buscando un sitio donde dormir camino de Lausana. Que tampoco era destino. El camino más cómodo para llegar a la república independiente de Saas-Fee, un decir, concello suizo que vive del oro blanco. Extendiendo la vieja carta de la ANWB buscamos un pueblo donde hacer parada.

Nos fiamos de la Wikipedia. Un error. Estos amateurs te venden una ciudad hermosa. Un lujo conservado de vieja ciudad medieval. Rebosante de estudiantes en una de las universidades de bandera suiza. Católicos de siempre que hoy lo siguen siendo sin meterse con el prójimo…

Ciudad medieval bien conservada, sí. Muerta también. Estudiantes, que los hay, estudian. Las plazas están vacías. Hoy de invierno y de verano. Allí no hay bares. Las tiendas en la ciudad alta, que venden lujo y facilidades inútiles, estaban vacías. Aunque ellos también celebren el consumo de la navidad.

Pateamos el pueblo. De arriba abajo. Y vuelta a subir para comprobar que aunque viejos seguimos teniendo aire. Poco. Ciudad de masoquistas que revela que la vieja ciudad racional en la beira del rio fue traicionada cuando los burgueses en su afán de poder fueron construyendo en las cotas del castillo. Esos preas siempre asesinando  la vida.

Tienen una catedral en la que rezan monjas viejas con una talla de madera que hay que ver. Tienen el paso del tiempo que lo corroe todo. Tiene plazas a esgallo; llena de coches. Tienen coches que suben y bajan matando al peatón que rápido cabrea por los adoquines. Tienen la calle de las casadas fieles y los maridos ideales. Avant la letre del fascismo clerical andaluz. Tenían muchas cosas más. Pero nos entró el hambre feroz y lo dejamos para nunca. Allí, bajo fuerza mayor, nada se nos perderá.
 

 





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