¿Usted ha estado
alguna vez en Friburgo? ¿Tiene la más ligera idea por dónde está? Yo no. Tenia.
Lo encontré buscando un sitio donde dormir camino de Lausana. Que tampoco era
destino. El camino más cómodo para llegar a la república independiente de
Saas-Fee, un decir, concello suizo que vive del oro blanco. Extendiendo la
vieja carta de la ANWB buscamos un pueblo donde hacer parada.
Nos fiamos de la Wikipedia. Un error.
Estos amateurs te venden una ciudad hermosa. Un lujo conservado de vieja ciudad
medieval. Rebosante de estudiantes en una de las universidades de bandera suiza.
Católicos de siempre que hoy lo siguen siendo sin meterse con el prójimo…
Ciudad medieval
bien conservada, sí. Muerta también. Estudiantes, que los hay, estudian. Las
plazas están vacías. Hoy de invierno y de verano. Allí no hay bares. Las
tiendas en la ciudad alta, que venden lujo y facilidades inútiles, estaban vacías.
Aunque ellos también celebren el consumo de la navidad.
Pateamos el
pueblo. De arriba abajo. Y vuelta a subir para comprobar que aunque viejos
seguimos teniendo aire. Poco. Ciudad de masoquistas que revela que la vieja
ciudad racional en la beira del rio fue traicionada cuando los burgueses en su afán
de poder fueron construyendo en las cotas del castillo. Esos preas siempre
asesinando la vida.
Tienen una
catedral en la que rezan monjas viejas con una talla de madera que hay que ver.
Tienen el paso del tiempo que lo corroe todo. Tiene plazas a esgallo; llena de
coches. Tienen coches que suben y bajan matando al peatón que rápido cabrea por
los adoquines. Tienen la calle de las casadas fieles y los maridos ideales.
Avant la letre del fascismo clerical andaluz. Tenían muchas cosas más. Pero nos
entró el hambre feroz y lo dejamos para nunca. Allí, bajo fuerza mayor, nada se
nos perderá.
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