domingo, 11 de mayo de 2014

Navegando en el ferry rumbo a Escocia

 
Desconozco si es lo más racional. Lo barato. Lo más rápido. La elección clásica. Lo que hace Vicente. En cualquier caso: volveré a repetirlo. Es lo que me quedaba más a mano.


El ferry Ijmuiden - Newcastle de la naviera danesa  DFDSSeaways. Combinación de la perfección holandesa con la igual de neurótica habilidad danesa. Me agencie un billete por internet en dos minutos. Cumplen lo que prometen. A la hora anunciada.  El único ser discordante del embarque es el aduanero holandés que como de costumbre intenta hacerse marcialmente el gracioso. ¿Cómo le explica uno a estos tipos que eso es una contradicción sin solución? Sonreímos y lo dejamos para otro día.


Luce el sol. Lo que se aprecia. Entramos pronto en el barco. Con eficacia danesa. El bar es holandés. Doblones por cerveza putrefacta en vasos de plástico. Lo dejamos para otro día. Hasta que descubrimos que por detrás de la barra están dispuestos a despacharte una botella de Grolsch, la mejor pilsener holandesa.


Salimos a decir que nos vamos que estos nórdicos son de la cofradía del segundo. Ijmuiden, base central de la sociedad holandesa de salvamento de náufragos nos deleita la partida con los juegos de sus barcos que hoy algo festejan para justificar la quema del gasóleo.


Alquilamos una cabina para dormir a pierna suelta. El ferry sale al medio día y llega a Newcastel a las 9 de la mañana. ¡Cenado, leído, dormido, y desayunado! Una buena escusa para empezar el nuevo día. Ahorras horas de camino por las imposibles corredoiras inglesas y sus rotondas.


Newcastle desde el mar es hermoso. Allí el desembarco del ferry es rápido y los aduaneros ingleses hoy han decidido que no molestan


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