Como
esta en Escocia le han puesto el nombre poético de “The Old Man of Storr”. En
los tiempos previagra, nota bene. Son unos románticos estos gaiteiros. Si estuviera en las tierras de mi infancia,
otros gaiteiros melancólicos, para compensar la sodomía perfecta a la que se
someten cada vez que votan, le habrían puesto nombre viril. Mas acuerdo con la
imagen que da.
Nada de
carallo ni demás chuminadas ciudadanas. Cualquier gallego de pro, no mareado,
sabe que eso fue, es, y será un pirangallo. Un erguido. Un folgosleva. Un desafío.
Un aproado. Las tribus irredentas, ¡apunte!,
jamás fuimos tuvimos hambre de polvo.
Pues al
viejo lugar hay que subir. Subimos. Bajamos. De milagro. Extenuados.
Lo que
se ve es verdad pero no es cierto. Desde el aparcamiento levanta usted la vista
y ve el maencontro al alcance de la mano. Y se pone de camino alegremente. A su
lado, los locales, se disfrazan para subir al Hymalaya, piensa. Que exagerados.
Que equivocado.
En la
primera rampa se le calan las pantorrillas. Ni en segunda sube. Es desnivel
alpino. La segunda disimula. La tercera se agrava, la cuarta es pared pura. La
quinta de disfrazo de planicie. Y desanimo. Ya que anuncia que la gaita del
carallo no queda allí si no mucho mas allá. Mas alta, mas lejos.
Todos
disimulan el desfallecimiento parando cada dos pasos a fotografiar el paisaje,
supremo. Lo que acrecienta el desgaste. En la cumbre no estará solo. Los vera
agotados, Ellos jóvenes y usted viejo. Deje que lo fotografíen entre el carallo
enviagrado del hombre viejo. Baje pronto pero sin prisas. No olvide que la
bajada, para sus músculos, no será mucho menos agotadora que la subida. Beba
agua, chupe calorías. De arribada al coche piense dos cosas fundamentales.
¿Cómo es posible que estos barbaros no hayan construido allí la ermita de un
San Carallan? Como corresponde al lugar. ¿O es que los barbaros somos nosotros
y no ellos?
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