lunes, 25 de mayo de 2015

Las noches electorales de Portree


La primera noche que pase en Portree, consumido por las curvas escocesas,  subí con horario de gallina a la inmensa cama de una de las habitaciones de la casa que alquilamos frente al puerto. A dormir. Fue un imposible. . . La cama tiene historia, le cuento. Como la casa. Como los escoceses.


Le alquilamos la casa a un viuda que disfruta en  insultar a los salvajes ingleses, esos esclavos barbaros e iletrados  empeñados en destruir la preciosidad que presta por un precio módico. Levantada en los tiempos en que su difunto se dedicaba a la caza de animales salvajes en África bajo la disculpa del safari ecológico.

No crea usted que es literatura. La dacha posee una de las mejores colecciones que he visto del National Geographic, los mejores catálogos de armas, la literatura de caza mas exquisita. Objetos que solo en la miseria del Sarengueti algún ojo avizor pudo encontrar.
El cazador escoces murió de viejo lejos del orvallo de las Hebridas. La viuda mantiene la memoria.

Paisaje perfecto para leer buena literatura. Pues nada. Los libros volvieron empaquetados para mejor ocasión. Llegamos a las Hebridas unos días antes de las elecciones escocesas y Portree es tierra del Partido Nacionalista Escoces. Que gano otra vez mas, por cierto. 

Todas las noches la discusiones en los pubs eran inversamente proporcional a la tranquilidad de la calle. Los escoceses tienen historia de matarse entre ellos. Ya no estilan pero discuten con una ferocidad digna de barbaros. La diferencia con usted, es que ellos no gritan. Pueden levantar una vez el tono, pero lo que el pueblo participante realmente aprecia es el debate. Quien bien habla es jaleado. Quien aulla recibe pitos. Son siglos de tradición democrática.

Lo que nos queda. Para empezar, ir a cazar rinocerontes a Tanzania. Ahora que ya ni hay ni se estila. Mareante.



No hay comentarios: