Andábamos pateando las calles de Ginebra después de haber llenado el
bandullo en proletario por el módico precio de un tres estrellas Michelin. En
el medio del puente de la Rue de la Tour-de-i'lle,
entre el frio de grajo y los transeúntes extasiados en la espera del tranvía o
autobús que hoy no llega con precisión relojera. De refilón, donde el lagoLeman se convierte en el gran río Rhone, encima de unas aguas que hoy muestran el
poderío de su corriente, estaba aquel tipo haciendo estupideces. ¿A quien se le
ocurre nadar a estas horas y con este frio? La generación joven rechaza
inmediatamente la idea. Es superman y esta volando. Igual de mentecato aclama
el viejerio. La sección intelectual de las mujeres combaten presto la
imbecilidad masculina: ¡es arte muchachos! El autista de la familia se interesa
en la técnica. ¿De que hilos cuelga el muñeco? ¿Pero no estaba volando o
nadando?
En fin, que entre
una cosa y otra el publico descubre al aceros estos. Los teléfonos se sacan del
bolsillo. Todos fotografían. La sección adolescente mental le da con brío al autorretrato.
La mayoría descubre que la fotografía nocturna es una arte. Algún inteligente
entiende la diferencia entre hacer fotos y postales. Hay quien improvisa clase
magistral de fotografía nocturna para instagram…todos entramos en calor en una
noche de helada. Hasta yo se lo cuento hoy en casa, caliente al lado de la
chimenea.
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