Volví a Perry’s. A darme otra enchenta de costilla al precio de 17, 50 euros. Si usted piensa que me he convertido en un bulímico perdido, erra.
La culpa la tiene Eolo, dios maricón del viento. Aunque los libros optan por la paternidad de Noto, que traía los temporales de verano según los griegos.
En cualquier caso se levanto un viento de fuerza ocho, ocho, con el que solo los suicidas y masoquistas salen a navegar. Como no tengo alma de tambor de lavadora nos quedamos donde estábamos.
Tanto bucolismo acaba desgastando los dientes como la caries. Leído y que te releído la pornografía intelectual, mermados del internet lejos de la marina, realizadas todas las tareas pendientes desde hace años en la lista de arreglos, etc, etc…
Cruzas la carretera, haces que vas de turista disimulado, contemplas las olas, te sientas en la mesa que más te gusta ya que el temporal ha desalojado el chiringo, y comes.
Para no encabronarlos les dejo la vista de las sobras. Conste que al Eolo cabro, ¿o era Noto?, ni una gota de vino de Cariñena que me bebí.
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