lunes, 14 de junio de 2010

Las hipocresías de la iglesia romana


Acuéstese usted con la vecina/o. Si le place, repita. Si le remuerde la conciencia, vaya a la iglesia de turno. Allí le darán la indulgencia eterna. Lo anuncia hasta en la calle. Podrá usted libre de toda culpa, repetir la faena. Eso sin, sin condón. Que eso si que es pecado.

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