jueves, 13 de octubre de 2011

Bruselas: El Gran Sablon


Es la plaza mítica de Bruselas. Donde hay que ir si quieres decir que has estado. Allí, arriba, en la cima de la colina. Al lado del Palacio Renal. Del exhibicionismo museístico del expolio africano. Magritte. El paraíso de los anticuarios. Junto con las calles adyacentes. La Regence, Allard, Bodenbroek, Ste Anne, Ruysbroek, Miniemes. Los múltiples cafés y restaurantes sabrosos. Llenos de un público que sabe quién fue Perec o Cohen. Es más, la mayoría han leído La Bella del Señor. Ellas, paseando con elegancia lo que tiene y lo que se ponen. Sin exuberancia apestosa. Sin rociarse con Chanel made in China. Ellos, detrás del catálogo de Flamion, que para leer hay que tener buenos sillones. A dos pasos, las tiendas de los grandes createurs chocolatiers, no confundir con los bombones Leónidas por favor. Delicias para el sexo con cava y ostrería de Oleron. Cuando sale el sol se para el mundo y se llenan las terrazas. Puede dedicarse a contemplar los visitantes de los anticuarios tan sabrosos como las antigüedades. Puede dedicarse a la caza. A beber. A comer. A enamorarse. Puede emborracharse de vino o Cerveza. Matarse a mejillones… No hay nada que no recuerde que es la plaza de la vida, del pueblo educado. Lo único que no conseguirá es aparcar el coche, comprar pachuli o hablar árabe. Para eso tendrá que andar dos pasos hasta el barrio de al lado. El viaje, no menos iniciático, se lo cuento uno de estos días.

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