domingo, 2 de octubre de 2011

La chica bouquinista no tiene quien la quiera


Es una de las librerías de viejo más hermosas del continente. En la calle San Nicolás de La Rochelle. Desde años la atiende una hermosa librera, que leyendo enviciada te observa brevemente detrás de sus ojos tristes y sus vidrios transparentes. No molesta. Acude presto si la reclamas. Sabe de lo que vende. Toda la librería en su cabeza. La literatura en su alma. El negocio en las postales antiguas como cebo. De algo hay que comer.
Cada vez está más triste la librera. Los clientes que entran en procesión, son los turistas que se desplazan en peregrinación. Miran, no tocan, ni ojean, aquello no va con ellos. Levi-Strauss, los poemas de Virgilio, la biografía de Robert Edwin Peary, ¿qué quiere que le cuente?
En los tiempos de la modernidad, la lectura breve, el ipad para el wc, los micro cuentos de twitter; ya no hay lugar para tirarse horas buscando las joyas entre los polvorientos libros que se amontonan en estantes y cajas. Indiana Jones, ya no se lleva ni como modelo. Pues eso, si no leen, vayan por lo menos y consuman en postales. En cualquier caso habrán contemplado a una librera tan hermosa como su librería; que quiere que la quieran.

No hay comentarios: