miércoles, 18 de julio de 2012

Historias de Compostela: El robo del Códice Calixtino


Ahora que de casualidad descubrieron donde estaba escondida la primera guía de viaje del Camino, nos van a dejar sin contar “el resto”. El resto, como siempre, es lo más importante de la historia. El núcleo central del argumento. La motivación intrínseca que diría un psicoanalista porteño.
No me acusen de pesimista que para muestra un botón: En la hoja parroquial madrileña que consumen los hispanos se nos han descolgado este fin de  semana con uno de los artículos mas leídos del momento. La autora no se entera. Le falta memoria histórica. Sin eso, oiga, no se puede ir a ningún lado.
Los que tenemos Compostela como patria, lea infancia, sabemos que la historia va por otro lado. Por mucho que nos quieran vender el cuento raquítico y cutre del electricista mostrenco encabronado con el Deán incompetente. Pero ya saben ustedes que siempre hay  dispuestos a la eyaculación mental con historias como “El nombre de la rosa”, sin ver que a la vuelta de la esquina las hay mejores.
Compostela, de siempre, esta regida por los cuervos de casulla, el rector magnifico, y los catedráticos de medicina. Como comparsa, actuaban los señoritos disfrazados de concejales. La pequeña burguesía arribista que tomo el poder, pero no ejerció durante siglos, bajo banderas múltiples. Hasta el día de hoy.
Los guías clásicos, ya no quedan, se lo explicaban a los pocos turistas antes del periodo fraguiano: al frente la catedral, a la izquierda el hospital (hostal), a la derecha la normal (palacio de Fonseca, sede de la primera universidad), a la espalda, como corresponde, la consistorial. Hasta hoy llegamos sin cambios.
Según la tradición cristiana, la ropa sucia se lava en casa. Que la aireen, no. No se lleva, no es de buen gusto, no place. ¡No vean que novelón nos sale! Un patán como el Deán, jodiendo con sus declaraciones sin ton ni son los pasos del sabueso policía que descubrían que los gallegos eran tipos raros ya que con tantos millones en el trastero en vez de irse de putas a Bahía sigue con Maruxa y su viejo Xantia. ¿O será el Deán un “fillo da puta” que declaraba a puesta para confundir? ¿Si metiendo la mano en el peto para las animas se acumula tanta plata, cuanto se llevaba el Deán? ¿Si después de tantos años de trabajo compenetrado llega el cabreo, cuantas ganancias santificadas tuvo el gallego raposo?
¿No me diga que estas simples preguntas que se escuchan en boca de cualquier parroquiano en las tascas de Compostela no da para jugosas historia? Mucho más que llamarle al electricista “fillo de tolo”, o mentarle un trastorno de personalidad tipo A según la Clasificación de las Enfermedades Mentales de la Sociedad Americana de Psiquiatría. Por menos, en América, te llevan al juez andar poniendo diagnósticos sin licencia.
Pues nada, sigan atentos aunque presiento que no les contaran nada. Ahora mismo la historia va entre el juez neurótico que azuza el caso, la curia que exprime los contactos al máximo para taparlo, el interés de hacienda somos (casi)todos,  las preguntas respetuosas de la burguesía en la prensa local  por aquello de incordiar, el silencio digno y erudito de la Universidad que hoy no sabe de libros viejos….
Si quiere enterarse, viaje a Compostela. Busque el Suso, no tiene perdida, el bar mas conocido de Compostela, a mano derecha, a la entrada de la Rua do Vilar. Allí le contaran la historia entera, de pies a cabeza. ¿Porque la lechera se vengo del cardenal a través de la mano de su hijo electricista proletario jodiendo al Deán estafador que ponía marcas mientras que en sus sueños de poder leía la guía Calixtina que, ya se habrán imaginado, no describe el viaje a Compostela si no donde esta el autentico tesoro del Santiago trapero que llego a Iria Flavia en barca de piedra escapando del acoso de los sarracenos a los que les había estafado tras agenciarse los dineros de la gran reunión de los Apóstoles precursores de “a costa e nostra” mientras manducaban “cabrito ao espeto”




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