Bélgica es incomprensible sin Amberes. El motor actual del país. Guste o no, mon cheris.
Cuando por esos pagos le entre el hambre, no lo dude, váyase a casa Fred. No hay mucho que buscar. Esta en el centro. En la calle de los anticuarios. Lo de anticuarios es, digámoslo fino, una forma elegante de mentir. Allí solo venden cosas viejas. Caducadas. Limpieza de casa de viejos fallecidos. Y todo nuevo. Millones de objetos recién salidos de los talleres. Sobre todo esos muebles de teca importados del Índico que tanto erotizan a las hembras holandesas que patean los comercios todos los días de la semana domingo incluido. Lo aprendieron en VT wonen, la biblia del diseño de gusto ikeano. Vayan a verlo. Es curiosidad antropológica.
Chez Fred no es nuevo. Siempre estuvo allí. De vez en
cuando le dan una mano de pintura. Un cambio de decoración. La ultima, con esas
fotos hermosas, que quieren que les diga, a mi me empalma.
La comida más. Dan de todo a precios normales y sabores
superiores. Les recomiendo que se fijen en los pescados. Te dan unos excelentes
fideos con almejas y el mejor atún de la zona. El personal no solo es
agradable. Tienen eficacia nórdica. Y si le entra la vena artística, hasta te
ponen manteles en los que se puede dibujar.
Eso, en Bélgica, a Amberes, Chez Fred Kloosterstraat 83, Antwerpen 2000
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