miércoles, 2 de enero de 2013

Compitiendo con el tren: de Wengen a Lauterbrunnen

 
 
 
 
 

Para comenzar bien el año, sin reseca y frescos de una buena dormida, amanecimos temprano prestos a caminar de Wengen a Murren. El plan era descender de los 1274 metros de altitud en Wengen hasta los 796 de Lauterbrunnen y trepar de nuevo hasta los 1634 de Murren, al otro lado del valle.

Aunque en la montaña tanto como el mar fiarse de los meteorólogos es lo mismo que creer lo que dice el gobierno, el día se presentaba bueno. Hace días que no nieva. Las temperaturas son altas. Los caminos están limpios de nieve.

En vez de optar por la vía rápida y descender hasta Lauterbrunnen en el tren de cremallera, decidimos patear el poco transitado camino. Nadie lo usa. Excepto los apasionados en el verano. Y ni eso. Algún campesino que mete su todo terreno por esas endiabladas cuestas para llegar a sus cuadras. Una pista galaica para los enterados, ¿sabe?

Si no fuera por los crampones y los bastones que llevábamos no lo hubiéramos conseguido. Si, el camino estaba casi limpio. Excepto en los lugares de sombra. Convertidos en auténticas pistas de hielo complicadas por la pendiente; en algunos casos de rómpete el alma y el sacro.

Mereció la pena. Es un trayecto hermoso. Marchas todo el tiempo entre los árboles que en verano protegen del sol melanomatico de los Alpes, y en invierno de la nieve cubre todo. Contemplando las paredes verticales de la montaña que excitan a los descerebrados exuberantes de testosterona. Llegamos a la estación de Lauterbrunnen para comenzar a trepar hacia Murren. Eso fue otro cantar. Otro dia.

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