Si usted no está en esto de las competiciones de esquí,
el Lauberhorn Racing Track nada le dirá. A mí tampoco. Leyendo te enteras que
fue pensado por un tal Gertsch en 1930, siendo la competición de esquí viva más
vieja del mundo. 4,5 km de descenso donde los suicidas alcanzan los 150 km por
hora para mayor gloria de su ego y, supongo, la pasta en premios que les den.
Debe ser todo un espectáculo visto la afición del pueblo en tablas. ¡30.000
espectadores el último año! No desespere si le atrae. Se la pondrán en la tv de
su país. A finales de este mes.
A eso no he venido. Si a caminar hasta la meta. Digamos
la golosina que hay, carrera o no carrera, al pie de la meta. El Café de Mary. Abierto todo
el año. Café, tasca de pueblo, restaurante sabroso, lugar de acogida, terraza
protegida, lugar de observación y lo que se le ponga.
Si a usted le van las tablas, ya sabe, tírese monte a
bajo desde Allmend, Wengeralp o Kleine Scheidegg, a donde lo lleva el
renqueante tren de cremallera desde Lauterbrunnen vía Wengen.
La otra alternativa es hacer piernas y recorrer el camino
que entre el bosque te lleva desde Wengen o Lauterbrunnen. Subirlo con calma es
necesario para no matar el corazón, ni el apetito, ni el paisaje. Puede verlo. Y
cuando llegue a Mary’s café, ya sabe, éntrele a la costilleta hecha en la
chimenea. Que para eso ha llegado al centro de los Alpes, un trozo de la Europa
de siempre, patrimonio de la humanidad.
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