Ciudades que conserven en su centro antiguo el diseño
medieval ya casi no quedan. Fueron destruidas por el mentecato de turno, con el
aplauso del populacho, en nombre del progreso. ¡No píen! En cualquier parte, en
cualquier mundo. Quedan algunas repartidas por ahí. La mayoría de ellas
resistieron por dejadez o imposibilidad más que por querencia.
La Compostela mía. Ciudad medieval de trazado perfecto.
Aquella que sigue conservando las rúas en las que pasearse sin que el orvallo granítico
te destroce el cerebro. Idea genial y sencilla de sus diseñadores. Los que en
su tiempo montaban los tenderetes de intercambio comunal como, los que somos
viejos, contemplamos en los tiempos que el mercado de ganado era los jueves,
como los callos del Xustinho, en la carballeira de Santa Susana.
Frente a los idiotas que se arriman a la
epopeya del atraso les citare otra, cuna del progreso: Berna la rica y
millonaria. Aquel burgo medieval que cuando se quemó por desidia lo levantaron
en arenilla construyendo en todas sus calles soportales en los que montar el
negocio, como en todas partes.
Por si le falla la cabeza, le contare una verdad de Perogrullo:
los países pobres, arruinados, son los que se caracterizan por el uso masivo
del arte de la mangancia. Los países ricos, pudientes, de oro y doblones, son
los que se entretienen en el arte del cambio y trueque. A ustedes la elección
Volviendo a los soportales, hoy en Berna, como en
Compostela, el pueblo pasea bajo los soportales protegidos de la lluvia, el
viento, la nieve. Luego vendrán los del progreso a contarnos no sé qué historia
del hormigón armado. El que enferma.
Eso, el progreso, aunque a muchos les joda, señoras y señoras,
está en el cultivo de lo viejo. Eso mismo, como los buenos vinos, ¿entiende?
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