domingo, 3 de marzo de 2013

La incompetencia alemana


 
Si usted ha picado en el anzuelo ya es hora de que se suelte. El país más poblado de Europa no es el paraíso terrenal. Llevan los pantalones tan meados como el resto. No lo duden.

Hay quien ni en el norte ni en el sur ha entendido que la diferencia entre los pueblos barbaros del norte y las tribus bárbaras del sur se basa en un solo punto: El grado de mangancia. Mientras que la barbarie nórdica roba con mesura y precaución, las tribus del sur meten mano hasta que de tanto pulir hacen agujero. Si lo duda, viaje y vea. Sin olvidar que unos y otros cultivan con pasión la barbarie, lastre que en 21 siglos de historia no han soltado.

Podría darles millones de ejemplos pero ayer, pateando Colonia, nos encontramos con una incompetencia de carcajada. Cinco uniformados, cinco. Cinco salarios. Evitando que la masa andante paseara por la plaza. Que se equivocaron en el diseño.

Si usted patea el empedrado podrán oír los burgueses renanos sus pasos en vez de las filigranas violinistas. ¡Ayer había opera!

Ya ve, no se fie de las fotos imponentes, eyaculadoras, de una sala de conciertos exhibicionista siempre llena de viejos a rebosar. Se les olvido un pequeño detalle. Sus pasos de viajante o turista bocadillero. De joven desocupado. De tortolitos metiéndose mano mientras contemplan el discurrir del Rin. De corredores jodiendo las rodillas a todas horas. De madres recién alumbradas…

¿Qué tocaban? Imposible saberlo. Ellos podrían oírnos. Nosotros a ellos, nada.
 
 

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